Dependencias

(...)"Repasemos tu agenda. Dícese de la lista de cosas que tendrías que hacer hoy, si no fuese porque seguramente te faltará tiempo para una mitad, y porque la otra mitad se verá modificada de manera inesperada a lo largo del día. Atención pregunta. ¿Hay algún momento mecedora? Mi amigo D llama así a los momentos que de aquí a muchos años, recordarás cabalgando una mecedora, mientras tus nietos se preguntan de qué te ríes. Si no lo hay, si oy no tienes previsto algo tan imprevisto que merezca la pena haber gastado un día menos hacia tu eterna nada, vuelve al principio del texto y comienza de nuevo. Te prefiero encadenado a este despropósito, que perdiéndote en el error de un mismo día de 20 años de duración "(...)

Últimamente me he aficionado a dos cosas:

- Una, apuntar en esa agenda tooodo lo que tengo que hacer durante el día. No es por el simple hecho de recordar, sino por tachar: Tachar, tachar y tachar. Tachar como cumplir lo que me he propuesto, tachar como regocijo por haberlo cumplido, tachar como símbolo de que todo va bien, que lo tengo controlado. Y al final del espacio dedicado a cada día, un hueco. Un hueco a esa improvisación necesaria, a esa caña, a esa llamada, a ese desahogo, a esa amistad, a esa familia.

Me reconoceréis por todo ello como un hombre pegado a una agenda (y al portaminas último modelo cortesía de la empresa).

Quizás en esta dependencia haya influido la serie americana de televisión "Me llamo Earl", que narra como un personaje que no ha sido precisamente correcto a lo largo de la vida, comienza una cruzada para resarcirse del mal que haya podido hacer, acompañado de una lista donde tiene apuntadas todas esas fechorías que ahora debe corregir (y de un hermano que dan continuas ganas de abrazarlo).

El placer que siente tras hacer un buen acto y tacharlo de su lista, no es comparable al mío por cumplir con lo que hago, pero me sugiere que primero, debo andarme con ojo para que mi lista de fechorías no sea muy larga, y segundo, que cambio lo de "escribir un libro" como una de las cosas que tiene que hacer todo ser humano, por tachar por completo esa lista de corrección a los malos actos ejecutados, siempre que, no sea demasiado tarde, pueda hacerlo bajo la sombra del árbol ya plantado, y no tenga que heredarla mi hijo...

- Dos, leer a Risto Mejide. ¿El gafas de OT? Exacto. El prepotente y chulapo miembro del jurado que les decía verdades crueles a los concursantes (buena profesión), además de ser buen publicista, escribe. Lo hace en el periódico gratuito ADN, en su edición de fin de semana de los viernes, y lo hace de otra forma, una forma que, personalmente, se agradece: Directa, llamativa, con el constante fondo de "Levántate y anda, llorón". Aquí os dejo un enlace a su último artículo, del que he rescatado el párrafo inicial y el último de este post:

http://www.adn.es/impresa/cultura/20071019/NWS-0185-Uelga-calladas-aches.html

En la página http://www.adn.es/ podréis encontrar más, y en esta especie de blog relacionado http://risto.mejide.com/, encontraréis varios artículos suyos, así como otros comentando su labor.

(...)"y podrás volver a afrontar este día cualquiera de octubre con todas tus aches como una persona normal.

O como quien sea que fueras antes de leer esto."