Que Viva la Italia!

Hace ya tiempo que un amigo se fue de Erasmus a Bologna, Italia. Y también hace ya que decidimos que esa oportunidad teníamos que aprovecharla. Gran decisión aquella. Hace más de 15 dias que hemos vuelto, y todavía nos rondan mil personas, imágenes y anécdotas por la cabeza.

Bologna es una ciudad del norte de Italia situada cerca de los Apeninos. Nos llamó mucho la atención el contraste entre lo bien conservado que se encuentra su casco antiguo medieval (el más grande de Europa después del de Venecia), y la cantidad de carteles que lo ensucian. El motivo: La vida Erasmus (100.000 de sus 400.000 habitantes lo son): anuncios de fiestas, ofertas de alquileres y cursos decoran cada una de esas fachadas, por las que junto a sus tejados y por ser uno de los ejes centrales del Partido Comunista Italiano es llamada la Ciudad Roja. También es llamada Bolonia la Docta por la universidad donde estudian, la más antigua de todo Occidente, y Bolonia la Gorda por su excelente cocina (damos fe): Pizzas, tortelinis, tutti pasti, lasagnas, rotolattos y trattorias nos lo han ido demostrando.

Muchas de estas anécdotas que cuento las conocimos gracias a los propios bologneses, siempre cercanos y cariñosos con los españoles (sobre todo con las españolas) y a los propios españoles que conocimos allí, y que nos enseñaron cómo ser buenos anfitriones, dejándonos sus propias casas para hospedarnos toda la semana, sin apenas conocernos.

Una vez asentados y conocida la noche Bolognesa (y a su gente de todas las partes del mundo), tiramos de tren (benditas horas de sueño en sus coches-cama) para ir conociendo las ciudades cercanas mas emblemáticas:

- Florencia: Posiblemente de las ciudades más bonitas que he visto en mi vida (al sur de moratilla esta la más). La resaca no nos impidio contemplar esa catedral sacada de papel pintado recortable, los Galería de la Academia alrededor del David de Miguel Angel, y el puente Vecchio, una maravilla conocida, entre otras cosas, porque alli se situa la vivienda del protagonista de "El Perfume", libro y pelicula que recomiendo. El helado típico nos lo estropeó una repentina lluvia, por lo que estamos obligados a volver.

- Venecia: Qué decir. Lo primero que no olía tan mal como todo el mundo nos había comentado. Nada más bajar del tren, via metro-barco llegamos a la plaza de San Marcos, observando por el camino los edificios y los conocidos canales de un encanto inigualable. Por debajo de uno de ellos los gondoleros cantando "Canta y no llores" en perfecto castellano, y las parejas más enamoradas que nunca. Los edificios de la citada plaza abruman, demasiado que ver en tan poco espacio. Y cada una de sus calles al mismisimo estilo bardales de Guadalajara (con la diferencia de las tiendas que ocupan sus bajos: vease Ferrari, Gucci, Armani, etc) te hacen descubrir que aun te quedan muchos rincones de la ciudad para sorprenderte.

- Milano: Ciudad industrial capital del norte de Italia, donde pasamos nuestra última noche. El llegar de noche a la misma (por causas obvias), nos permitió disfrutar a solas de su centro histórico en plena madrugada. Observar la Catedral, la Scala, su galería y el Castillo sin nadie siquiera que pudiese echarnos una foto, le dio un toque mágico. Por la tarde del dia siguiente nos fuimos, como buenos amantes del arte, de museos, más concretamente al de San Siro. Allí, entre las camisetas de Pele, Maradona, Cantona o Maldini, vimos el estadio donde se han consagrado recientamente Cesc y nuestro Kid, y nos pegamos unos cánticos en el vestuario del Milan, que roza lo espectacular.

Y aun aburriendoos con tanta linea, es todo lo que he podido resumir, porque vivir 20 horas al dia tan bien acompañado en aquel país ha dado mucho juego, y sólo algunas fotos podrán ayudaros a entender eso y mis ganas de no dejar de viajar. Pero de eso ya hablaremos...